jueves, 7 de febrero de 2013

Javier CERCAS. "Las leyes de la frontera.





Es difícil saber cómo lo hace, pero Javier Cercas consigue en muy pocas páginas captar la atención y el interés del lector, y eso sin hacer aparentemente alardes literarios formales. Quizás la fórmula sea, como él dice, dejar los libros “en el hueso”, depurar la escritura hasta dejarla en la esencia, hasta que diga sólo aquello que tiene que decir.

Así ocurría en un libro (y digo ‘libro’, no novela) como Anatomía de un instante, en el que el tema de la transición, que tanta pereza podría provocar en muchos lectores, se transformaba en una adicción literaria inevitable, obsesiva, compulsiva; en una de las más interesantes obras de los últimos años.

En Las leyes de la frontera podría darse un caso parecido: el mundo de los quinquis también en la transición, los delincuentes juveniles, algunos de los cuales pasaron a convertirse en leyenda gracias a una sociedad que engrandecía su figura y unos medios de comunicación que hicieron de ellos unos nuevos héroes/víctimas con los que llenar sus páginas y programas de televisión, es un tema que podría resultar poco atractivo. Esa posible predisposición del lector la aniquila Cercas en unas pocas primeras líneas certeras ante las que queda indefenso y esclavo de la historia sobre la que ya quiere saber lo que está ocurriendo y lo que va a ocurrir.

En el verano de 1978 el llamado posteriormente el Gafitas, conoce al Zarco y a Tere. Se une a ellos para terminar, casi sin darse cuenta, formando parte de una banda que se dedica a robar coches, desvalijar casas y hasta atracar bancos.

Años más tarde el Gafitas se ha convertido en un importante abogado, y el Zarco en el delincuente más conocido del país. Tere vuelve a ser el lazo de unión entre ambos (como hizo en su primer encuentro).

El título de la obra es un verdadero acierto cuyo pleno significado se revela una vez leída. Además evoca una de esas historias ambientadas en el oeste, pues bien pudiera serlo, por otro parte. 

Como decía, muy pocas concesiones hay a la lírica y el adorno innecesario. A pesar de ello hay alguna escena, en particular una en la que el Gafitas y el Zarco tienen un diálogo en la playa, que tiene un tono distinto, que casi roza lo mítico, lo cinematográfico, y para la que Cercas utiliza recursos diferentes. 

La visión sobre los hechos y los recuerdos que de ellos tiene cada uno de los personajes (además de lo que cuenta y lo que sabe que no siempre dice), contribuyen a crear esa tensión que existe entre ellos, al desarrollo de la intriga, de la exploración acerca de lo que siente cada uno y a la búsqueda de una verdad que no siempre es fácil encontrar ni comprender.



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