domingo, 22 de marzo de 2015

EUROPE - War of kings (2015)




Europe han encontrado a Europe después de una búsqueda que nos ha dejado, tras el proceso de descubrimiento, una colección de discos extraordinarios. Hemos asistido a un interesantísimo proceso de búsqueda de la identidad de una banda con éxito, de universal popularidad (aunque limitada en el conocimiento verdadero de la misma), y que ha tenido la posibilidad, la incomparable oportunidad de forzar sus límites y encontrarse en su auténtica personalidad, sus naturales inquietudes artísticas, y descubrir así que aquello que siempre fueron no es lo que son, que lo que creíamos que eran ahora era sólo el camino a recorrer, y que lo que son en realidad es más brillante, asombroso, valiente y hermoso  de lo que nunca llegamos a imaginar, algo que ellos mismos posiblemente sólo sospechaban o intuían.

Como decía, el camino no ha sido estéril, pues hemos podido ser testigos de ese proceso de creación que nos ha llevado por momentos maravillosos y emocionantes marcados en cuatro excelentes trabajos que, estoy convencido, van a quedar en el tiempo y cuyos futuros descubridores disfrutarán dentro de algunos años. De las vertientes más actuales al clasicismo más descarado, al final con War of Kings han alcanzado el equilibrio más sabio, elegante y personal que puede ofrecer actualmente la banda sueca, con todos sus miembros en un momento de, y esto es lo que más atractivo me parece, absoluta, total e indiscutible inspiración. Joey Tempest ha logrado ese punto necesario que buscaba para cantar canciones a las que parecía no terminar de adaptarse por su natural registro y estilo. Ahora, con la voz un poco quebrada y más sabiduría, canta como nunca sin perder nada de su reconocibles rasgos. John Norum se luce particularmente en este álbum: sus solos son todos antológicos, con unas entradas extraordinarias, repletos de melodías y cambios que beben tanto de sus intocables ídolos clásicos como de su ADN formado en los 80. El teclado de Mic Michaeli está por fin donde le corresponde, pues en los anteriores discos había quedado excesivamente en segundo plano, demasiado atrás en la mezcla; ahora enriquece y perfila cada canción aportando ese indiscutible aire 70’s. El discreto John Levén se despeina en más de una ocasión dibujando líneas originales y diferentes, muchas veces durante los solos. Y la batería de Ian Haugland suena más cruda y directa que antes.

Con todo esto y una producción muy cálida se han creado unas canciones sobresalientes. Cada una de ellas da un paso más en la historia de la banda con respecto a lo escuchado hasta ahora, y alcanzan la excelencia en muchas de ellas. Ya la canción de presentación y que abre el disco dando título al álbum es lo suficientemente reveladora: riqueza cromática, cambios en la ejecución, arpegios luminosos, un estribillo que funciona como un trampolín emocional… “California 405” parece una versión depurada de “Start from the dark” y se han atrevido a componer su propio “Doctor Doctor” con “Days of rock ‘n’ Roll”, que es casi una canción metamusical. Así como “Praise you” evidencia (y no es la única) una clara influencia de bandas como Deep Purple. “Hole in my pocket” muestra restos de su magistral Secret society, aquí con un sonido menos contemporáneo, más clásico; igual que la melancólica balada “Angels (with broken hearts)”. Y tocan la gloria con “The second day”, una composición excelente de un gusto bestial y una gran intensidad, con todos los instrumentos brillando y con un John Norum inspiradísimo, igual que Michaeli, que aquí hace que la canción se eleve mucho más.

Para descubrimiento y gozo de los aficionados dejo el resto, como la maravillosa instrumental “Vasastan”, la canción detrás de la que sospecho llevaban mucho tiempo, compuesta por Michaeli y Norum.


Posiblemente War of kings sea  el mejor disco que han grabado Europe hasta la fecha, y muestra lo que es ser un clásico: no se trata de sonar antiguo, sino que supone, por encima de todo, ser intemporal.





jueves, 19 de marzo de 2015

THUNDER - Wonder days (2015)




Existen acontecimientos en el mundo que han hecho que éste sea como es para muchas personas. La existencia del mundo que conocemos consecuencia de nuestra experiencia es como es por las cosas que han pasado, a cada uno de nosotros y como sociedad. Una vez que ha sido así, somos reacios a cambiarlo, especialmente si esos acontecimientos nos han proporcionado una vida mejor, o nos han regalado momentos particularmente felices. Quizás las cosas son así porque así deben ser, y aquello que hace bien a las personas debe permanecer. Posiblemente esa sea su esencia.

Por ello, tengo la sensación de tener esta reseña escrita desde hace tiempo, desde hace años, antes de que los propios músicos de Thunder volviesen, antes incluso de que lo supiesen, porque sabía que iba a ocurrir (¿acaso ellos no?), pues era necesario. El universo busca su equilibrio, como se decía en esa fantástica novela de Stephen King, 22/11/63. Sin Thunder en el planeta el universo pierde equilibrio.

Es difícil valorar un disco de los británicos porque su música está más allá de cualquier valoración. Pueden estar más o menos inspirados, haber acertado más o menos, pero sus discos son siempre una satisfacción, un placer artístico que hace nuestros días mejores durante una buena temporada. Su sonido único, sus interpretaciones tan personales, sus composiciones reconocibles entre millones, la voz de Danny Bowes llena de matices, la imprescindible base rítmica de Chris Childs al bajo y la batería de Harry James, repleta de dinamismo, energía e intensidad; el sonido incomparable de las guitarras de Luke Morley y Ben Matthews (a pesar de que todas las guitarras del disco las ha grabado Morley, no hay una sola alusión a ello en el disco y ahí aparece Matthews, que se recuperaba de su enfermedad, junto a sus compañeros: guitarra y teclados. Toma amistad).

El disco se presenta como una mirada hacia el pasado, a esos wonder days de la juventud (representados en la mejor portada de la banda en muchos años) cuyos recuerdos nostálgicos impregnan el disco en todos los tonos, tanto en las letras como en la música: melancolía, alegría, emoción, tristeza. Todo esto se puede apreciar y resumir en los seis minutos de la fantástica “When the music played”: los recuerdos de comienzos de los 70, cuando un chico se compraba un disco, memorizaba todas las letras y pensaba que cada portada era una ventana a otro mundo. A la mitad de la canción hay un puente en el que se reproduce el dibujo con las guitarras de muchas de las canciones a las que se podrían estar refiriendo. Y unos delicadísimos coros que elevan la canción a un nivel superior. ‘Cause it’s been so long and it’s still so strong / that nothing else can get to me the same / So I close my eyes and I turn back time / and go back, back when the music played.

Quizás sea el disco más Led Zeppelin que han grabado, aunque no sólo es esta banda la que sirve de inspiración a Wonder days. Son los propios Thunder los que se homenajean a sí mismos en esta especie de autobiografía musical, y lo mejor es empezar por el principio: la canción que abre el disco, “Wonder days”, comienza prácticamente igual que lo hacía su primer trabajo Backstreet symphony con “She’s so fine”. Ésta es una pieza que incluye todos los registros de la banda: el rock & roll clásico, el hard rock, la contundencia y las melodías, enriquecido con un solo de Morley que ha encontrado una idea feliz en un sonido casi psicodélico. Los Zeppelin se aparecen en varias pistas del disco, o en muchas, como en “The rain”, con mandolina incluida, o en el rock & roll final “I love the weekend” (donde puede reconocerse a media historia del rock); el ritmo cabalgante de “Aquiles last stand” se materializa en “The prophet” mezclado con las estructuras de “The song remains the same”. De ahí podemos llegar a “Serpentine”, que recuerda un montón a “La grange” de ZZ Top.

En cuanto a heterogeneidad del álbum, podría ser un disco cercano al tan maravilloso como incomprendido Giving the game away: medios tiempos, rock & roll, baladas selladas en el pentagrama con la combinación de notas  marca registrada Thunder (“Broken again”) y canciones semiacústicas.


Quizás alguno pueda pensar que no hay nada original en Wonder days, y quizás, en su propia visión de la vida y de la música tenga razón. Pero permítaseme decir que eso es sólo lo que se observa en la superficie. Este disco es más que un conjunto de canciones de rock, más que el nuevo disco de una banda clásica, más que el regreso de una excelente formación de hard rock. Sé lo que es pero no lo puedo explicar, al menos no mejor de lo que ellos lo han hecho en este disco. El universo vuelve a estar en equilibrio.