Existen acontecimientos en el
mundo que han hecho que éste sea como es para muchas personas. La existencia
del mundo que conocemos consecuencia de nuestra experiencia es como es por las
cosas que han pasado, a cada uno de nosotros y como sociedad. Una vez que ha
sido así, somos reacios a cambiarlo, especialmente si esos acontecimientos nos
han proporcionado una vida mejor, o nos han regalado momentos particularmente
felices. Quizás las cosas son así porque así deben ser, y aquello que hace bien
a las personas debe permanecer. Posiblemente esa sea su esencia.
Por ello, tengo la sensación de
tener esta reseña escrita desde hace tiempo, desde hace años, antes de que los
propios músicos de Thunder
volviesen, antes incluso de que lo supiesen, porque sabía que iba a ocurrir
(¿acaso ellos no?), pues era necesario. El universo busca su equilibrio, como
se decía en esa fantástica novela de Stephen
King, 22/11/63. Sin Thunder en el
planeta el universo pierde equilibrio.
Es difícil valorar un disco de
los británicos porque su música está más allá de cualquier valoración. Pueden
estar más o menos inspirados, haber acertado más o menos, pero sus discos son
siempre una satisfacción, un placer artístico que hace nuestros días mejores
durante una buena temporada. Su sonido único, sus interpretaciones tan
personales, sus composiciones reconocibles entre millones, la voz de Danny Bowes llena de matices, la
imprescindible base rítmica de Chris Childs
al bajo y la batería de Harry James,
repleta de dinamismo, energía e intensidad; el sonido incomparable de las
guitarras de Luke Morley y Ben Matthews (a pesar de que todas las
guitarras del disco las ha grabado Morley, no hay una sola alusión a ello en el
disco y ahí aparece Matthews, que se recuperaba de su enfermedad, junto a sus
compañeros: guitarra y teclados. Toma amistad).
El disco se presenta como una
mirada hacia el pasado, a esos wonder
days de la juventud (representados en la mejor portada de la banda en
muchos años) cuyos recuerdos nostálgicos impregnan el disco en todos los tonos,
tanto en las letras como en la música: melancolía, alegría, emoción, tristeza. Todo
esto se puede apreciar y resumir en los seis minutos de la fantástica “When the
music played”: los recuerdos de comienzos de los 70, cuando un chico se
compraba un disco, memorizaba todas las letras y pensaba que cada portada era
una ventana a otro mundo. A la mitad de la canción hay un puente en el que se
reproduce el dibujo con las guitarras de muchas de las canciones a las que se
podrían estar refiriendo. Y unos delicadísimos coros que elevan la canción a un
nivel superior. ‘Cause it’s been so long and it’s still so
strong / that nothing else can get to me the same / So I close my eyes and I
turn back time / and go back, back when the music played.
Quizás sea el disco más Led Zeppelin que han grabado, aunque no
sólo es esta banda la que sirve de inspiración a Wonder days. Son los propios Thunder los que se homenajean a sí
mismos en esta especie de autobiografía musical, y lo mejor es empezar por el
principio: la canción que abre el disco, “Wonder days”, comienza prácticamente
igual que lo hacía su primer trabajo Backstreet
symphony con “She’s so fine”. Ésta es una pieza que incluye todos los
registros de la banda: el rock & roll clásico, el hard rock, la
contundencia y las melodías, enriquecido con un solo de Morley que ha
encontrado una idea feliz en un sonido casi psicodélico. Los Zeppelin se
aparecen en varias pistas del disco, o en muchas, como en “The rain”, con
mandolina incluida, o en el rock & roll final “I love the weekend” (donde puede
reconocerse a media historia del rock); el ritmo cabalgante de “Aquiles last
stand” se materializa en “The prophet” mezclado con las estructuras de “The
song remains the same”. De ahí podemos llegar a “Serpentine”, que recuerda un
montón a “La grange” de ZZ Top.
En cuanto a heterogeneidad del
álbum, podría ser un disco cercano al tan maravilloso como incomprendido Giving the game away: medios tiempos,
rock & roll, baladas selladas en el pentagrama con la combinación de
notas marca registrada Thunder (“Broken
again”) y canciones semiacústicas.
Quizás alguno pueda pensar que no
hay nada original en Wonder days, y
quizás, en su propia visión de la vida y de la música tenga razón. Pero
permítaseme decir que eso es sólo lo que se observa en la superficie. Este
disco es más que un conjunto de canciones de rock, más que el nuevo disco de
una banda clásica, más que el regreso de una excelente formación de hard rock.
Sé lo que es pero no lo puedo explicar, al menos no mejor de lo que ellos lo
han hecho en este disco. El universo vuelve a estar en equilibrio.
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