domingo, 29 de junio de 2014

"Alguien dice tu nombre", de Luis GARCÍA MONTERO. (2014)



Una novela que cuenta la historia de un joven en primer año de carrera, que encuentra su primer trabajo y experimenta su primera relación amorosa durante el caluroso verano de 1963 en Granada, parece una propuesta más que apropiada para esta época. Y lo es.

El poeta Luis García Montero continúa su andadura en la narrativa con esta, a priori, sencilla historia cuyo protagonista quiere ser escritor. Alentado por su profesor, acepta un trabajo que le permita ganar algo de dinero y acumular experiencias vitales. A lo largo del diario de León Egea conocemos este proceso de aprendizaje literario, amoroso, vital. En la editorial Universo, León comenzará a ofrecer esperanzas de futuro en cómodos plazos, experimentará el dolor que se siente cuando los zapatos no ajustan, y encontrará en Consuelo un respiro, un descanso, a la vez que una frustración que choca contra los miopes principios de una sociedad que aún ve, como en una pesadilla, las imágenes de una guerra reciente. Como se ve, nada es aleatorio. Pero León también tiene un pasado: el del provincianismo y el caciquismo del que huye, de sus relaciones familiares, de la herencia determinista, de las fronteras invisibles.


La poesía de García Montero palpita bajo la prosa de Alguien dice tu nombre, o al revés. Elegancia, belleza, cuidado y sentido del humor se combinan de forma sencilla, natural. A través de ese lirismo llegamos a la certeza de que todo lo que nos queda son los recuerdos, porque “todo lo que nos afecta permanece en nosotros, aunque se pierda en el tiempo”.


jueves, 19 de junio de 2014

Suspense (The innocents. Jack Clayton, 1961)




El realizador británico Jack Clayton decidió llevar a la pantalla, tras su primera película Un lugar en la cumbre, la novelita de Henry James Otra vuelta de tuerca, un perturbador relato de fantasmas con un fuerte componente psicológico. Aunque en realidad lo que adaptaba, en parte, era una versión teatral que se había estrenado con éxito en 1950 bajo el título The innocents.

Suspense (The innocents), pasa por ser una de las mejores adaptaciones que se haya hecho de un clásico de la literatura y, concretamente, del género de terror. Quizás sea así porque consigue trasladar a la pantalla un texto muy ambiguo, extraño, de naturaleza enigmática, y en cuyos valores literarios, en su narración y en la voz de su protagonista se sustenta James para crear el desasosiego y el horror.

En Inglaterra, a finales del siglo XIX, un terrateniente contrata a una institutriz para que se haga cargo de sus sobrinos en su mansión familiar. Los niños, Flora y Miles, tienen un comportamiento tan exquisito como a veces extraño, lo que fascina y perturba a la institutriz. Todo ello empeora cuando cree ver a los fantasmas de la anterior institutriz y del jardinero.

La deslumbrante fotografía en blanco y negro de Freddie Francis, las sombras y las luces que dominan los encuadres, los espacios vacíos crean una sensación angustiosa. No en vano la ambientación es uno de los elementos más logrados de la película.


Una de las dificultades de adaptar la obra es el punto de vista pues, como decía, en la novela de Henry James sabemos lo que la institutriz (que allí no tiene nombre) cuenta. En la película de Clayton se consigue que veamos lo que ella ve, y dudemos, como en el texto, de si los demás, los niños (los inocentes) también lo hacen.




TESLA - Simplicity (2014)




El título del nuevo disco de Tesla, ‘simplicidad’ o ‘sencillez’ (que no ‘simpleza’) es de los que hablan por sí solos. Tesla no ha sido nunca una banda que haya abusado (ni usado) adornos ni excesos (“No Machines!”), pero de simples no han tenido nada. El título se refiere más a lo fundamental, me atrevo a hablar casi de pureza. En la primera canción, “MP3”, de ritmo potente y guitarras duras (muy al estilo de los 70), se puede escuchar, casi como algo testimonial, el rasgado de una guitarra acústica; y no es la única canción en la que ocurre. Ellos son el estandarte de lo que se está perdiendo (de lo que estamos perdiendo) en el mundo de las tecnologías que nos usan y no nosotros a ellas. Y si lo pensamos, en realidad no las necesitamos tanto como creemos. Perdemos lo fundamental, lo humano, lo sencillo. La materia se desvanece y todo se vuelve virtual. Al final, como siempre, hay que volver a la esencia. Y Tesla son la esencia, pues han logrado hacer un disco de grandes canciones con muy pocos recursos.

Uno se siente afortunado ante la tarea de reseñar este álbum (nada menos que 14 canciones), porque tiene la sensación de poder hablar de un disco sobresaliente, que alcanza aquello a lo que sólo se llega con experiencia, sabiduría y sensibilidad. Y todo por ser tan sencillo como emocionante, tan directo como cálido, tan eléctrico como natural.

No es fácil encontrar un trabajo tan lúcido como éste pues, como dije al principio, la tendencia a confundir la sencillez con la simpleza lo ensucia todo. Esta no es la sencillez del aficionado, sino la del sabio con experiencia.

Los principios fundamentales de la banda están al completo en Simplicity, cada una de sus etapas queda reflejada en el álbum, sus extremos, sus raíces, sus experimentos, desde su primer disco hasta el último. Por ello pienso que estamos ante un trabajo medular, que muestra la esencia de Tesla, y casi por extensión, la esencia del hard rock puro sin aditivos. Así, al escuchar “Ricochet” uno no reacciona inmediatamente, sino que tiene que esperar a que esos elementos esenciales alcancen su médula y, al entrar en contacto con ella, la escucha cobre sentido.

Puro Tesla es el medio tiempo “So divine…”, pausado en las estrofas y febrilmente rítmico en el estribillo. ¿Cómo es posible que una voz como la de Jeff Keith, que podría ser desagradable, se convierta en algo tan imprescindible? Hay quien escucha una voz potente, con un timbre bonito, haciendo sensacionales agudos y exclama “¡Qué bien canta!”. Lo que hace Keith es insustituible y único, y transmite toda la chulería, la rabia y la emoción. En lugar de disimular o maquillar esos rasgos (voz machacada, timbre de voz) los refuerza y acentúa, como en el final de “Break of dawn”. Llamémoslo ‘autenticidad’. Eso vale más que muchas voces hermosas. Cantar un tema tan grande y tan sencillo (otra vez) como “Honestly” (Honestly, I’m just a simple man, doing the best that I can) no es nada fácil, al menos hacerlo como él. Inconfundible; él es Tesla.

¿Hablamos de las guitarras? Frank Hannon es rock crudo (muy bien secundado por Dave Rude). Los dibujos clásicos de la banda saltan desde el comienzo hasta el final, tanto en los tiempos más rockeros como en los acústicos, y los solos a dos guitarras tan habituales en el grupo tampoco faltan (“Timebomb”).  La producción del disco, asimismo muy cruda, resalta todos estos elementos que recurren a lo esencial en varios de los solos (“Other than me”).

Y es que Simplicity es una mina de buena música en la que brillan en medio de tanta oscuridad (no olvidemos que el disco tiene elementos pesimistas) canciones semiacústicas, medios tiempos y baladas (algunos se quejarán de su exceso, ya lo estoy viendo). “Burntout to fade” es absolutamente emocionante, descorazonadora en su estribillo; e inmediatamente después entra con piano y guitarras la deslumbrante “Life is a river”, una canción que flota en una sencillísima melodía que, casi sin cambiar, llega hasta el estribillo para dejar encandilado a la primera al oyente: Life is a river. Le it flow. Let the river flow. El solo de guitarra es aún más asombroso, pues estirando unas pocas notas llena de intensidad una canción (sencillamente) magnífica.

La matrícula de honor se la llevan en varias asignaturas, pero en “Break of dawn” no tienen competencia: guitarras pesadas a lo Bust a nut, sus coros de críos enrabietados y esa batería de Troy Luccketta que vuelve loco a cualquiera tras poseer sus cervicales. El comienzo de “Sympathy” con el bajo de Brian Wheat lleva el sello de Tesla a fuego en sus compases.


Tesla dejan con Simplicity testimonio de su tiempo. Son la prueba de que siempre lo nuevo o “moderno” no es mejor. Las emociones son eternas (no muñequitos amarillos con caritas que sustituyen las palabras). Nada puede sustituir el sonido de las guitarras ni la emoción de la sencillez. Para hacer gran música no se necesitan muchos medios. Así de simple.