jueves, 19 de junio de 2014

Suspense (The innocents. Jack Clayton, 1961)




El realizador británico Jack Clayton decidió llevar a la pantalla, tras su primera película Un lugar en la cumbre, la novelita de Henry James Otra vuelta de tuerca, un perturbador relato de fantasmas con un fuerte componente psicológico. Aunque en realidad lo que adaptaba, en parte, era una versión teatral que se había estrenado con éxito en 1950 bajo el título The innocents.

Suspense (The innocents), pasa por ser una de las mejores adaptaciones que se haya hecho de un clásico de la literatura y, concretamente, del género de terror. Quizás sea así porque consigue trasladar a la pantalla un texto muy ambiguo, extraño, de naturaleza enigmática, y en cuyos valores literarios, en su narración y en la voz de su protagonista se sustenta James para crear el desasosiego y el horror.

En Inglaterra, a finales del siglo XIX, un terrateniente contrata a una institutriz para que se haga cargo de sus sobrinos en su mansión familiar. Los niños, Flora y Miles, tienen un comportamiento tan exquisito como a veces extraño, lo que fascina y perturba a la institutriz. Todo ello empeora cuando cree ver a los fantasmas de la anterior institutriz y del jardinero.

La deslumbrante fotografía en blanco y negro de Freddie Francis, las sombras y las luces que dominan los encuadres, los espacios vacíos crean una sensación angustiosa. No en vano la ambientación es uno de los elementos más logrados de la película.


Una de las dificultades de adaptar la obra es el punto de vista pues, como decía, en la novela de Henry James sabemos lo que la institutriz (que allí no tiene nombre) cuenta. En la película de Clayton se consigue que veamos lo que ella ve, y dudemos, como en el texto, de si los demás, los niños (los inocentes) también lo hacen.




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