domingo, 30 de septiembre de 2012

La lluvia


Ahí van algunos de los trabajos que he ido recibiendo sobre la primera lluvia del otoño.

NURIA MARTÍN ha enviado la siguiente fotografía y texto:



La verdad es que a mí sí, me gusta la lluvia, sé que a mucha gente no, que a la mayoría de las personas les gustan los días soleados y de calor en los que la gente no tiene que ir apartándose si no quiere clavarse algún paraguas, en los que no tienen que ir saltando charcos, calándose los pies... Hay gente que hace metáforas comparando la lluvia con las lágrimas... yo no lo creo así, la lluvia no me parece triste.

Entiendo que es desagradable llegar a casa y que el bolso chorree agua, que parezca que al quitarte las botas saldrá agua y un pececillo de ellas, pero a mí me gusta, los días oscuros me gustan, prefiero el frío al calor, me encanta ese olor que desprende la lluvia... Ir al Retiro a pasear siempre que llueve es lo más bonito y relajante que puedo hacer. Ese olor... y mojarme, sentir la lluvia... ¿Qué mas da? Yo puedo llegar a mi casa y secarme, cambiarme de ropa, sentarme en el sofá con una manta mientras continúo observando la lluvia por la ventana. Otros por desgracia no tienen esta última opción... 

Hay gente que se moja quiera o no, que está obligada a ver y oler la lluvia, le guste o no... Gente que no tiene dónde esconderse cuando llueve, que no tiene dónde secarse... A veces tienen que intentar que les dejen entrar en un bar para refugiarse y no mojarse... . Para esa gente sí que llegan los peores días del año, sin embargo, me encuentro con esto: un hombre, mendigo, como otros muchos (porque sí, hay muchos y cada día que pasa hay más) que se resigna a aguantar, simplemente chispeaba... ¿Para qué protegerse del agua? ¿A dónde huir para refugiarse? Probablemente encontrará compañía en esos pájaros, ya que el Retiro en ese momento estaba vacío, la gente se apuraba hacia las puertas mientras él seguía allí, sin inmutarse. A su vez  yo trataba de sacarle una foto disimuladamente. Me pregunto si llevaría un paraguas en ese carro... o un impermeable... 

Probablemente la lluvia no le asuste, tendrá miedos más importantes, supongo que en cualquier momento podría entrar a una cafetería para refugiarse... o en una boca de metro... Por lo menos tiene ropa de abrigo... 
Siento lástima por él, pero aunque no puedo asegurarlo, no creo que le guste que la gente lo mire con pena y se compadezca... Realmente eso no sirve de nada. 

Me acerco a darle una moneda... Aunque él no lo sepa, va a formar parte de mi trabajo de Lengua y he de reconocer que me ha quedado una buena foto gracias a él, así que es lo mínimo que puedo hacer. Me alejo para dirigirme a mi casa, donde me refugiaré de la fuerte lluvia a la que van a derivar estas cuatro gotas que caen ahora. Antes de salir por la puerta del Retiro me giro, allí sigue, no parece tener intención de irse, la verdad es que transmite paz, tranquilidad...

De camino a casa pienso en qué es lo que ha podido llevar a ese hombre a esa situación... ¿Perdió el trabajo?, ¿nació ya perteneciendo a una familia pobre?, ¿perdió todo su dinero tras la quiebra de un banco? ¿Cómo debe ser el día a día de este hombre? ¿Y hace un par de meses, cuando el calor pegaba fuerte, qué hacía? Supongo que eso es algo más fácil de llevar, supongo que buscaría las sombras y se refrescaría en las fuentes, aunque ¿quién soy yo para suponer eso? No he tenido que vivir en esas condiciones nunca, ni yo ni nadie que conozca... Me siento afortunada. 

Llego a casa algo mojada y paso las fotos que he hecho al ordenador. Las veo y retoco todas aunque tengo muy claro sobre cual voy a escribir. Oigo la lluvia caer con más fuerza... ¿Seguirá allí sentado ese hombre?

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MARTA SAIZ


Alguien dijo una vez que dentro de cada vida una lluvia debe caer, que algunos días deben ser oscuros y tristes. Yo pienso lo mismo, no todo puede ser felicidad.
Para mí los días de lluvia, no son más que días tristes y melancólicos, días en los que estar en casa con una manta es la mejor opción. Personalmente la lluvia no me gusta mucho, me hace sentirme incómoda, gotas cayendo de todos lados, en todas direcciones sobre mí, como si tuviesen algo en mi contra, como si de algún modo quisiesen molestarme, y he de decir que lo consiguen.
La lluvia me produce tristeza, sobre todo cuando voy por la calle y lo único que se ven son cabezas mirando hacia el suelo, muchos paraguas a mi alrededor, gente corriendo para no mojarse,  coches que te salpican, charcos en los que no tienes más remedio que caer y un cielo oscuro. Es como si todo quisiese esconderse de esas gotas, que en realidad lo único que hacen es mojarte.
Para mí los días de lluvia son como los días oscuros, sin vida, llenos de agua y vacíos de expresión.
Pero la lluvia también trae un poco de esperanza, a mí hay veces que me parece que es como si limpiase el lugar, y le diese una nueva oportunidad de empezar de nuevo, y es como si de repente el mundo cambiase.
 De todas formas la lluvia aunque me produzca tristeza, nunca me ha hecho sentirme del todo mal, ya que sé que siempre después de la lluvia sale el sol, tarde o temprano. Y el sol, me encanta, me da alegría y es como si todo se llenase de vida y energía  de repente.
 Y aunque haya dicho que la lluvia no es una de mis cosas favoritas, sino más bien lo contrario, debo admitir que cada vez que voy por la calle lloviendo con mi paraguas, siempre me han entrado las ganas de soltar el paraguas y ponerme a bailar y a cantar bajo la lluvia como aquel Gene Kelly cantando ‘’Singin’ in the rain’’.

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Carmen B.



La lluvia me transmite una sensación de felicidad y seguridad. Cuando llueve, el cielo está gris y las calles apagadas. Las nubes no permiten ver más allá y el suelo mojado puede hacerte resbalar. Las personas suelen llevar caras tristes y estresadas, pocas veces se las ve sonreír bajo el paraguas. En días como estos, andar por la calle sin resultar herido debería ser considerado deporte olímpico. 
Pero a mi el olor a lluvia me encanta, el olor a húmedo, a tierra mojada. Me gusta salir a dar un paseo bajo la lluvia, siempre y cuando el tiempo acompañe y no haga un frío que solo osos polares puedan aguantar.

La foto la hice desde la ventana de mi casa. Es una de las cosas que más me gusta hacer. Sentarme en el sofá cuando llueve y mirar como las gotitas de agua  se estrellan contra el cristal y hacen carreras entre ellas hasta desaparecer en uno de los bordes de estos. Aunque me guste caminar bajo la lluvia, también me atrae la idea de resguardarme de ella dentro de casa mirando por la ventana y sintiéndome alejada de toda posibilidad de que las gotas de agua puedan llegar a empaparme.
 

La lluvia es uno de los muchos placeres de la vida. Todos deberían poder disfrutar de ella. 
Aunque a veces arruine planes, siempre quedará la opción de tirarse en el sofá y disfrutar de una buena película, con un agradable sonido de fondo.

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