Allá, en las tierras altas,
por
donde traza el Duero
su
curva de ballesta
en
torno a Soria, entre plomizos cerros
y
manchas de raídos encinares,
mi
corazón está vagando, en sueños...
¿No ves, Leonor, los álamos del río
con
sus ramajes yertos?
Mira
el Moncayo azul y blanco; dame
tu
mano y paseemos.
Por
estos campos de la tierra mía,
bordados
de olivares polvorientos,
voy
caminando solo,
triste,
cansado, pensativo y viejo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario