Aquí os dejo el artículo sobre el que tenéis que hacer vuestro texto argumentativo. En esta ocasión no os propongo un tema, sino una noticia. Se trata de que a partir de este artículo saquéis vuestras propias conclusiones universales. No pretendo que expliquéis si estáis de acuerdo o no, o si os parece o no bien. Tenéis que hacer una lectura del texto de la que obtengáis unas ideas que puedan aplicarse al nuestro comportamiento en el mundo actual, reflexionar sobre los valores por los que nos regimos; más o menos.
¿Solo la victoria cuenta?
¿Estamos seguros?
En La soledad del corredor de
fondo, la novela y la película, el protagonista, un chaval de un reformatorio,
un fenómeno del campo a través, se deja ganar en un cross por el representante
de un colegio pijo. Lo hace como gesto de rebeldía, de libertad, para fastidiar
a su carcelero-entrenador-profesor. Una acción hermosa que, dicen los
entendidos en atletismo, es puramente peliculera, imposible en la vida real,
añaden, pues un atleta, uno bueno, nunca se dejaría ganar.
Quizás la vida real ya no es lo
que era. O el cross. Pero no el valor, o la rebeldía. O la necesidad de los
gestos valientes, hermosos, esperanzadores.
Hace un par de semanas, el 2 de
diciembre, Iván Fernández Anaya, atleta vitoriano de 24 años, se negó a ganar
el cross de Burlada, en Navarra. “No merecía ganarlo. Hice lo que tenía que
hacer”, dice Fernández Anaya, quien, cuando iba segundo, bastante distanciado
del primero, en la última recta de la carrera, observó cómo el seguro ganador,
el keniano Abel Mutai (un muy buen atleta: medallista de bronce en los 3.000 metros
obstáculos de los Juegos de Londres) se equivocaba de línea de meta y se paraba
una decena de metros antes de la pancarta. Fernández Anaya le alcanzó con
rapidez, pero en vez de aprovechar la situación para acelerar y ganar, se quedó
a su espalda y con gestos y casi empujándole le llevó hasta la meta, dejándole
pasar por delante. “Él era el justo vencedor. Me sacaba una distancia que ya no
podía haber superado si no se equivoca. Desde que vi que se paraba sabía que no
iba a pasarle”.
A Fernández Anaya, que estudia un
módulo de FP pues no piensa que en el futuro se pueda vivir del atletismo, le
entrena en Vitoria Martín Fiz. Lo hace en el mismo lugar, el Prado, en la misma
senda física que no filosófica, en la que el famoso vitoriano sumó kilómetros y
kilómetros para llegar a proclamarse campeón de Europa y del mundo de maratón.
“Fue un gesto de honradez muy bueno”, dice Fiz. “Un gesto de los que ya no se
hacen. Mejor dicho, un gesto de los que nunca se han hecho. Un gesto que yo
mismo no habría tenido. Yo sí que me habría aprovechado para ganar”.
Cuenta Fiz que el detalle le
honra a su pupilo. “El gesto le ha hecho ser mejor persona pero no mejor
atleta. Ha desaprovechado una ocasión. Ganar te hace siempre más atleta. Se
sale siempre a ganar. Hay que salir a ganar”, dice Fiz, quien recuerda cómo en
el Mundial del 97 en Atenas él fue tirando todo el maratón y no pudo despegar a
Abel Antón, quien en los últimos metros le atacó y le ganó con facilidad
después de haberse aprovechado de su trabajo. “Y yo sabía que iba a pasar eso.
Sabía que a menos que se le subiera un gemelo o le pasara un percance, Antón me
ganaría. Pero la competición es así. No habría sido lógico que Antón me dejara
ganar”.
Fernández Anaya se entrena en el
Prado todos los días y cuando se lo permiten los estudios, unos tres días a la
semana, en sesión doble. Los técnicos dicen que está a un paso de la elite
española del cross, y ya figura entre los que mejor marca tienen en 5.000 metros . Dicen
que no le falta nada para llegar al menos a la selección española para el
Mundial de cross, que es su objetivo esta temporada, aunque, según su propio
entrenador, le puede la presión. “En las grandes competiciones se atenaza”,
dice Fiz. “Le falta saber superar la presión, que es lo que diferencia a los
campeones. Si no, habría estado en el reciente Europeo”.
“En el cross de Burlada apenas
había nada en juego, ni tampoco mucho dinero, aparte del poder decir que había
ganado a un medallista olímpico”, dice Fernández Anaya. “Pero aunque me
hubieran dicho que ganando tenía plaza en la selección española para el
Europeo, tampoco lo habría hecho. Otra cosa, claro, sería si en juego hubieran
estado una medalla en el Mundial o en el Europeo. Entonces, creo que sí, que me
habría aprovechado para ganar… Pero también creo que ha dado más nombre haber
hecho lo que hice que si hubiera ganado. Y eso es muy importante, porque hoy en
día, tal como están las cosas en todos los ambientes, en el fútbol, en la
sociedad, en la política, donde parece que todo vale, un gesto de honradez
viene muy bien”.
Carlos ARRIBAS. El País (14-XII-2012)
http://deportes.elpais.com/deportes/2012/12/14/actualidad/1355506756_770952.html
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