A buenas horas, malditos. Llevo décadas blasfemando en
arameo, desesperado, buscando corbatas estrechas como Dios manda, jurando a los
doctrinales cada vez que entraba en una tienda engañado por un escaparate y
salía con las manos vacías. Media vida arreglándomelas a mi aire, gracias a los
amigos y a las reservas de antaño, echando espumarajos cada vez que me topaba
con uno de esos baberos fosforito o multicolor de nudo grueso que políticos y
presidentes de clubs de fútbol -siempre confundo a unos con otros, debido a su
pulcra sintaxis-, pusieron de moda a base de telediarios. Todo ese tiempo,
oigan, ciscándome en los diseñadores y fabricantes de corbatas. Y ahora,
después de tantos años obsesionado hasta la psicopatía por encontrar corbatas
idóneas, tras explorar, inasequible al desaliento, ciudades y países
abalanzándome sobre toda corbata estrecha que veía, y de alzarme con ella
soltando escalofriantes carcajadas propias del profesor Moriarty, resulta que
vuelven las corbatas estrechas. Así, tal cual. Por la cara. Que la serie Mad Men y algunas otras tendencias retro
por el estilo han decidido a los diseñadores de moda, mal rayo los parta por el
eje, a estrechar corbatas. Pero a buenas horas, digo yo. Tengo sesenta y un
tacos de calendario, y a estas alturas de guardarropa me pilláis con el armario
lleno. Ni una me cabe ya. Cacho cabrones.
Algunos de ustedes, veteranos de esta página, quizá lo
recuerden. Hace años me quejé aquí del ancho de las corbatas. Las uso estrechas
y sobrias, decía. De toda la vida. […]
Ahora cambia la tendencia, como digo, aunque tímidamente
-cuesta liberarse de tantos años de hábito hortera-, y las corbatas estrechas
vuelven a ser trendy, como dicen los
idiotas para contarnos que algo está de moda. Dicho en normal, vuelven a verse
por la calle y en los escaparates de algunas tiendas. Según los sitios, ya
puede uno adquirir esos complementos con razonable normalidad. Y no saben lo
que me alegro, porque el mundo y los telediarios serán ahora más soportables.
Aunque para mí es demasiado tarde: mi modesto armario ropero, con previsión
sistemática de hormiga atenta al invierno de la vida, está hoy más atiborrado
de corbatas estrechas, conseguidas con sudor y sangre, que de dólares la
piscina del tío Gilito. A despecho del inglés. De la moda y de la madre que la
parió.
http://www.perezreverte.com/articulo/patentes-corso/736/corbatas-de-toda-la-vida/
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