sábado, 3 de abril de 2010

El club de los pirómanos para incendiar casas de escritores, de BROCK CLARKE


Lo último que imaginaba el adolescente Sam, cuando fascinado por las historias de su madre se introduce en la casa de Emily Dickinson, es que terminaría provocando un incendio que acabaría no solo con el venerado museo, sino también con la vida de un incauto matrimonio de profesores que aprovechaban unas horas de soledad para dar rienda suelta a su pasión en la vieja cama de la escritora. Tras pasar diez años en una cárcel de baja seguridad entre tiburones de Wall Street, Sam decide rehacer su vida. Rechazado por su entorno, ingresa en la universidad donde se decanta por la fascinante carrera en Ciencias del Envasado, tras desestimar por absurdos los estudios de Filología Inglesa. Allí se enamora, se casa y tiene dos niños adorables.

Su vida transcurre en la sencilla felicidad doméstica de una urbanización en «donde el silencio era tal que nadie se atrevía a cortarse las uñas en el porche delantero por si el ruido molestaba a algún vecino» Pero repentinamente el pasado llama a su puerta y cuando las casas de Robert Frost, Edith Wharton, Mark Twain y Nathaniel Hawthorne empiezan a arder, Sam se convierte en el principal sospechoso...

El título de la obra hacer referencia al libro que el propio protagonista escribirá al final de la novela. Es un personaje condenado a desempeñar un papel que nunca ha querido asumir. Divertida, ágil, entretenida, nos conduce hasta un final un poco amargo. A pesar de no ser una gran novela, creo que es recomendable porque tiene momentos interesantes, y nos hace reflexionar sobre algunas cosas, como el complejo de culpa, la sinceridad y los prejuicios. Y sobre todo, porque nos hace pasar un buen rato.

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