miércoles, 26 de octubre de 2011

LITERATURA EN EL SIGLO XIX: ROMANTICISMO Y REALISMO


Las dos mitades del siglo XIX se corresponden con dos estilos muy distintos: el Romanticismo y el Realismo.

En la primera mitad, el Romanticismo propugna una exaltación de la personalidad individual, concediendo importancia capital al sentimiento, muy por encima de la razón. Por eso, los románticos dan la impresión de ser contradictorios: tan pronto se entregan con pasión a un amor, a un ideal, como los abandonan desengañados. Buscan una total libertad: moral, religiosa, política y artística. No aceptan las normas sociales, suelen ser rebeldes, atormentados. En política, defienden el liberalismo. En arte, no aceptan más regla que su capricho o su inspiración. El género literario más característico del Romanticismo es la poesía lírica, libre expresión de la subjetividad del artista. Las grandes polémicas surgieron con los estrenos de los dramas románticos: mezclaban verso y prosa, métricas y estilos diferentes, personajes distintos, lo cómico y lo trágico... Eran obras espectaculares, que buscaban conmover al espectador.

En la segunda mitad del siglo, la novela realista parte de criterios casi opuestos: basarse en la observación, intentar reflejar con fidelidad las costumbres contemporáneas... Por eso, los principales escritores realistas son, todos, grandes observadores, atentos a los pequeños detalles que sirven para caracterizar a un personaje. No se trata de copiar absolutamente la realidad (eso no sería arte), sino de intentar ser verosímil en todos los aspectos: creación de personajes, motivación psicológica, descripción de ambientes, situación, intriga, desenlace, lenguaje... El escritor realista se preocupa mucho de determinar el tiempo y el lugar donde se desarrolla la acción. Predominan los escenarios y personajes de la clase media, que en ese momento se ha convertido en la gran protagonista de la historia. En toda Europa, la novela realista es la novela clásica.


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