SONETO
XIII
A
Dafne ya los brazos le crecían,
y
en luengos ramos vueltos se mostraba;
en
verdes hojas vi que se tornaban
los
cabellos que el oro escurecían.
De
áspera corteza se cubrían
los
tiernos miembros, que aún bullendo estaban:
los
blancos pies en tierra se hincaban,
y
en torcidas raíces se volvían.
Aquel
que fue la causa de tal daño,
a
fuerza de llorar, crecer hacía
este
árbol que con lágrimas regaba.
¡Oh
miserable estado! ¡oh mal tamaño!
¡Que
con llorarla crezca cada día
la
causa y la razón por que lloraba!
SONETO
XXXIV
Gracias
al cielo doy que ya del cuello
del
todo el grave yugo ha desasido,
y
que del viento el mar embravecido
veré
desde lo alto sin temello;
veré
colgada de un sutil cabello
la
vida del amante embebecido
en
su error, en engaño adormecido,
sordo
a las voces que le avisan dello.
Alegrárame
el mal de los mortales,
y
yo en aquesto no tan inhumano
seré
contra mi ser cuanto parece:
alegraréme
, como hace el sano,
no
de ver a los otros en los males,
sino
de ver que dellos él carece.
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