miércoles, 13 de noviembre de 2013

Reseñas literarias.


Me habéis pedido algún ejemplo de comentario, crítica o reseña de libros. Os dejo a continuación dos "modelos" de reseña literaria que os podrían ayudar para vuestros comentarios de las lecturas que tenéis que hacer a lo largo del curso. Una es positiva y la otra no tanto, así tenéis ejemplos diferentes. 

Esto no implica que tengáis que seguirlas, copiarlas o imitarlas; sólo son ejemplos que pueden orientaros en vuestro trabajo.

El devorador de hombres. Horacio Quiroga. (Ed. Menoscuarto. Palencia.)

El uruguayo Horacio Quiroga (1878-1937), gran maestro del relato, escribió bajo seudónimo seis brillantes novelas cortas que se publicaron por entregas. En el aire fantástico del buen lector de Poe, destaca la absoluta modernidad y vigencia de unos textos escritos entre 1908 y 1913. Son narraciones (ambientadas en selvas brasileñas, hindúes, o en el África negra) y comparten el mismo impulso aventurero-turbulento del Roberto Arlt de El criador de Gorilas. A ambos les fascinaba el terrible dilema barbarie/civilización.


Con el miedo a lo salvaje (lo no dominado), se inicia “Las fieras cómplices” en una relampagueante noche de tormenta en el Matto Grosso donde un misterioso caminante se adentra para un extraño encuentro. Quiroga dosifica magistralmente la identidad y drama del protagonista, con exageración romántica, entre serpientes negras y peligros que acechan. Comparece, como en Arlt, uno de esos patrones esclavistas despiadados e inhumanos. El asunto del dolor y la tortura (humana o animal) ocupa todo el libro, incluso entre los tres investigadores (ruso, italiano y uruguayo) del complejo y fascinante texto de ciencia ficción “El hombre artificial”, que aborda ya la pregunta por lo verdaderamente humano y si en ciencia vale todo. Quiroga fue genio del suspense, a menudo entre lo racional y el espiritismo, como en “El mono que asesinó”, de comienzo humorístico en ese zoo de Buenos Aires en el que Guillermo Boox recibe mensajes cifrados de un simio parlante desde su jaula. Fascinante drama obsesivo de metamorfosis, reencarnaciones y destino implacable. Como en Arlt, la venganza calculada y lenta es recurrente: qué magnífico texto “El devorador de hombres”, contado desde un tigre imperial de Bengala: una cacería trágica, un caballero inglés, un domador de circo sin escrúpulos… dan pie para reflexionar sobre la crueldad y vanidades del mundo. “Una cacería humana en África”, última historia, sirve para que, entre tanta barbarie, surja la figura heroica y compasiva de Ruy Díaz. Libro envolvente y hechizante, como la propia selva o la imaginación fértil y febril de Quiroga.

Ernesto Calabuig. El Cultural. (8-XI-2013)



Las puertas de la noche. Alejandro Gándara. (Ed. Alfaguara)

Ha escrito Alejandro Gándara un libro autobiográfico que, sin embargo, no se comporta como una autobiografía, puesto que ofrece tan solo retazos de su vida, seleccionados casi siempre en torno a un motivo central: la pérdida de varios amigos en muy poco tiempo, lo que le lleva a reflexionar sobre la muerte. La construcción de la obra es, por tanto, la de una voz autoreflexiva, no ficcional, con alto grado de intelectualización de las experiencias límite.

La novela se abre con un prólogo y se cierra con un epílogo sentenciosos, en los que se acumulan apotegmas, consejos y paradojas, no todas logradas. Algunas, por su simplicidad, parecen de libro de autoayuda y se hallan sorprendentemente contiguas a excelentes sentencias de tipo clásico.

En esta disparidad y desequilibrio se encuentra el talón de Aquiles del libro, que no ha acertado con el tono, o mejor, lo ha conseguido muchas veces (contiene páginas muy buenas), pero cambia ese registro con demasiada facilidad. [...]

A partir del entierro del tercer amigo, el libro pierde unidad, puesto que el narrador-autor mezcla consideraciones autobiográficas sobre su tardía tercera paternidad con síntesis de lo que parecen unas clases sobre la muerte de Sócrates y reflexiones y ensayos leídos sobre ella, así como sobre pasajes bíblicos y homéricos o sobre la tradición amorosa occidental.  [...] Aunque el ensayismo no me parece un déficit del libro. Es más, considero que su autor exhibe buenas dotes reflexivas, indaga en zonas del pensamiento con agudeza y facilita una comunicación con textos muy bien elegidos de la tradición greco-hebrea, o la excelente glosa del más famoso título de Joan Didion, El año del pensamiento mágico. No me planteo la función de tales aportes, sino la oportunidad de los otros, esos apuntes menores y triviales de su condición profesional.

La veracidad autobiográfica, condición que el libro quiere componer, no siempre le ha beneficiado. Las mejores páginas son las que desarrollan el tema de la muerte y el duelo, sobre todo las que tienen que ver con Muriel, Javi (el amigo de la hija) y Alfredo. Gándara ha logrado asediar con inteligencia el asunto de la muerte y, sobre todo, las perplejidades de quien la sigue de cerca. [...] El libro no camina por la elegía emocional, sino que discurre por senderos de variada intelectualización. Aunque tal contención, a mi juicio, le favorece.

J. M. Pozuelo Yvancos. ABC Cultural (26-X-2013)

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