lunes, 26 de septiembre de 2011

Placeres.

Será por eso que nadie quiere morirse, porque al final de la vida contemplar la salida del sol un día más tiene que ser un placer tan fuerte como el que te proporcionó el primer beso de aquella niña. Llega un momento en que los mortales se agarran como pueden a cada amanecer. Aquellos labios que sabían a fruta todavía un poco ácida serán sustituidos cada mañana por la nueva luz que llega hasta tu cama. Tal vez aspirar el perfume de una rosa con el tiempo sustituirá a aquel instante en que tu novia consintió en sentarse contigo por primera vez en la última fila del cine. Pudiste creer que no había en el mundo nada más excitante que aquel deseo en la oscuridad pero de pronto descubres que ahora lo cambiarías por una buena ensalada. Si se trata de vivir peligrosamente dime quién arriesga más, el joven escalando una pared del Everest o el viejo sentado en un sillón de orejas; a cuál de los dos le ronda más cerca la muerte. Sin duda la muerte le sopla al viejo en la nuca su hálito de nieve forzándole a batir diariamente el récord de vivir lo mas pegado posible a la eternidad. No hay deporte más duro que esos últimos cien metros lisos. Cada edad tiene sus naipes que jugar, puesto que la vida no es sino una forma de ir sustituyendo unos placeres por otros, la carne de novia por la de novillo, el levantamiento de pesas por la lectura de unos versos de Eliot, sin que la gloria se quiebre. Entre todos los placeres tal vez uno muy grande sea ese de llegar a la suprema sabiduría de no entender ya nada de lo que pasa. Ese estado de gracia es otra forma de naturaleza. Frente a la estupidez humana, una sonrisa irónica; frente a la catástrofe planetaria, una leve mirada al cielo sin pedir explicaciones; frente a la injusticia o el crimen más execrable, el gesto impasible de la inocencia. Cada mañana la luz del sol establece en la ventana un asa donde agarrarse. Hoy mismo un adolescente acaba de descubrir por internet el primer sexo cibernético, un joven que practica el deporte de riesgo se ha tirado con un ala delta por un acantilado, un especulador en bolsa ha ganado cien millones en una hora, un viejo ha sentido el aroma de café al despertar y viendo el sol de primavera en la ventana se ha llevado la alegre sorpresa de no haber muerto. Nadie sabe cual de estos placeres es el más fuerte.

Manuel VICENT. El País.

Estrenamos sección.

Pocas formas mejores hay para aprender a escribir que leyendo lo que otros escriben. Por ello, como hemos convenido, vamos a ir leyendo algunos artículos de forma regular para que vayan haciendo efecto en nosotros. Así quizás, sin darnos cuenta, vayan removiendo las palabras que llevamos dentro y nos ayuden saber cuándo, cómo y para qué decirlas.

Desde un punto de vista práctico (que ya os conozco), algunos recursos y técnicas de los escritores que irán apareciendo por aquí serán útiles para cada uno o algunos de vosotros. Cada cual aprovechará lo que crea más conveniente.

Y por último, ¿a quién le va a perjudicar leer un poco cada día?

sábado, 3 de septiembre de 2011

7LUNAS. Morir de cero.


Fernando Pleite, compositor y cantante, logra sacar adelante, por fin, su nuevo trabajo desde las cenizas de lo que fue Siddharta. Han sido varios años de lucha hasta que ha visto la luz este Morir de cero.

Dentro del montón de bandas españolas que están apareciendo últimamente, merece la pena prestar atención a una que destaca por su originalidad e indiscutible personalidad. 7Lunas es una banda que se mueve entre el rock y el pop, con ciertas influencias de unos Héroes del silencio primerizos, especialmente aquellos de El mar no cesa (basta dar una escucha a "Entre tus juegos" para comprobarlo). La voz de Pleite sigue dominando el espacio musical del disco, sobrada de personalidad y potencia; las letras, agradablemente trabajadas sin llegar a ser artificiosas, dan un extra de calidad a los temas. Quizás eche en falta algo más de presencia de guitarras en algunas canciones.

El disco incluye dos canciones recuperadas de los antiguos Siddharta: la excelente "Sentir" y "Nadia".

Sería una lástima que un disco como éste no recibiese la atención que se merece.










SUPER 8, de J.J. Abrams.


Abrams y Spielberg se han unido para crear una maravillosa película que adorarán todos aquellos que disfrutaron con Los Goonies, E.T. o Encuentros en la tercera fase. Es una película que evita todos los tópicos más previsibles de las películas de aventuras con adolescentes sin saltarse ninguna regla clásica para crear una película de aventuras impagable. Dosifica con inteligencia la aparición del elemento misterioso, es emocionante, sensible al más puro estilo Spielberg, pues tiene momentos que recuerdan a las películas que he nombrado y que le sirven como inspiración. Por supuesto también hay pequeñas dosis "lostianas" para aquellos que las quieran ver.

En fin, que si alguien me preguntara qué película podría ver en el cine sin tener que arrepentirse, no tendría dudas.