viernes, 29 de abril de 2011

Wislawa SZYMBORSKA. "Escribo sobre la realidad, y los sueños son una parte de la realidad".

Wislaba Szymborska es una poeta polaca nacida en 1923. Su poesía, aparentemente sencilla, alcanza una profundidad asombrosa. Su estilo intimista, mezclado con la ironía y el existencialismo resulta irresistible y sus versos tienen muchísima fuerza. Fue galardonada con el premio Nobel de Literatura en 1996.

Agradecimiento

Debo mucho
a quienes no amo.

El alivio con que acepto
que son más queridos por otro.

La alegría de no ser yo
el lobo de sus ovejas.

Estoy en paz con ellos
y en libertad con ellos,
yeso el amor ni puede darlo
ni sabe tomarlo.

No los espero
en un ir y venir de la ventana a la puerta.
Paciente
casi como un reloj de sol
entiendo
lo que el amor no entiende;
perdono
lo que el amor jamás perdonaría.

Desde el encuentro hasta la carta
no pasa una eternidad,
sino simplemente unos días o semanas.

Los viajes con ellos siempre son un éxito,
los conciertos son escuchados,
las catedrales visitadas,
los paisajes nítidos.

Y cuando nos separan
lejanos países
son países
bien conocidos en los mapas.

Es gracias a ellos
que yo vivo en tres dimensiones,
en un espacio no-lírico y no-retórico,
con un horizonte real por lo móvil.

Ni siquiera imaginan
cuánto hay en sus manos vacías.

"No les debo nada",
diría el amor
sobre este tema abierto.

De "El gran número" 1976
Versión de Abel A. Murcia


Estoy demasiado cerca para que él sueñe conmigo...

Estoy demasiado cerca para que él sueñe conmigo.
No vuelo sobre él, de él no huyo
Entre las raíces arbóreas. Estoy demasiado cerca.
No es mi voz el canto del pez en la red.
Ni de mi dedo rueda el anillo.
Estoy demasiado cerca. La gran casa arde
Sin mí gritando socorro. Demasiado cerca
para que taña la campana en mi cabello.
Estoy demasiado cerca para que pueda entrar como un huésped
que abriera las paredes a su paso.
Ya jamás volveré a morir tan levemente,
tan fuera del cuerpo, tan inconsciente,
como antaño en su sueño. Estoy demasiado cerca,
demasiado cerca. Oigo el silbido
y veo la escama reluciente de esta palabra,
petrificada en abrazo. Él duerme,
en este momento, más al alcance de la cajera de un circo
ambulante con un solo león, vista una vez en la vida,
que de mí que estoy a su lado.
Ahora, para ella crece en él el valle
de hojas rojas cerrado por una montaña nevada
en el aire azul. Estoy demasiado cerca,
para caer del cielo. Mi grito
sólo podría despertarle. Pobre,
limitada a mi propia figura,
mas he sido abedul, he sido lagarto,
y salía de tiempos y damascos
mudando los colores de mi piel. Y tenía
el don de desaparecer de sus ojos asombrados,
lo cual es la riqueza de las riquezas. Estoy demasiado cerca,
demasiado cerca para que él sueñe conmigo.
Saco mi brazo que está debajo de su cabeza dormida,
Mi brazo dormido, lleno de agujas imaginarias.
En la punta de cada una de ellas, para su recuento,
Se han sentado ángeles caídos.

Versión de Elzbieta Borkiewicz

Visto desde lo alto

Sobre un sendero yace un escarabajo muerto.
Ha doblado con cuidado sus tres pares de patitas sobre el vientre.
En lugar del caos de la muerte - orden y esmero.
El horror de esta imagen es moderado,
el alcance estrictamente local, entre la grama y la menta.
La tristeza no contamina.
El cielo es azul.

Para nuestra tranquilidad, su muerte es más superficial
los animales no fallecen, simplemente, se mueren
perdiendo - queremos creerlo - menos sentimiento y menos mundo
al abandonar - pensamos - un escenario menos trágico.
Sus ánimas sumisas no nos asustan de noche,
respetan la distancia,
saben qué es el rigor.

Y aquí está sobre el sendero el escarabajo muerto,
en un estado no lamentable brilla al sol.
Da lo mismo pensar en él o mirarle:
no parece que le haya pasado algo importante.
Lo importante, dicen, sólo está unido a nosotros.
Sólo a nuestra vida, sólo a nuestra muerte,
la muerte que se regocija de su forzada primacía.

Versión de Elzbieta Bortkiewicz


viernes, 1 de abril de 2011

Vieja escuela, de TOBIAS WOLFF


El norteamericano Tobias Wolff es uno de los autores más prestigiosos de las últimas décadas en Estados Unidos, gracias sobre todo a sus relatos en los que es considerado un maestro. Este profesor de la universidad de Stanford es conocido a nivel popular por ser el autor del libro en el que está basada la película protagonizada por Leonardo di Caprio Vida de este chico, en el que narra sus recuerdos de adolescencia.

Vieja escuela (2003) es una absoluta delicia. En ella, el narrador estudia en un colegio ciertamente elitista en el que quiere hacer realidad su sueño de convertirse en escritor. Los episodios fluyen con una facilidad y una elegancia pasmosas, la narración es tan natural que empuja a creer que resulta fácil, pero es de una enorme maestría. La novela resulta poética aunque sin artificio y su sutileza expresiva no impide que sea verdaderamente emocionante. Es también una declaración de amor a la literatura y al poder de los relatos.

Tobias Wolff consigue enganchar y conmover con una historia tan cautivadora, tan irresistible que hay que hacer un enorme esfuerzo si tenemos que abandonar la lectura y salir de sus páginas.