sábado, 26 de febrero de 2011

Relatos encadenados (4º ESO)

Voy subiendo los relatos que me vais enviando. Han quedado muy bien, algunos son divertidos, otros curiosos, otros... particulares. Pero todos muestran la fantástica imaginación que tenéis. Muchas gracias y felicidades por el trabajo.

El cambio de un escritor a otro está marcado por la cursiva.

Éste lo empezó Noelia:

Eran las ocho del viernes 5 de Marzo, me había quedado dormida y posiblemente llegaría tarde a clase y me tocaría quedarme en el estudio, de todas formas estaba entusiasmada porque era viernes y además era el cumpleaños de mi mejor amiga. En un arrebato de inteligencia decidí “hacer pellas” y esperar a que me echasen la bronca tanto en casa como en el colegio. Me inventé una excusa para mi madre mientras me comía las pipas que me había dado mi padre hacía dos meses, ya caducadas. Salí a la calle para ir al colegio, lentamente ya que quería llegar tarde y saltarme la primera hora de clase. Pero por otra parte deseaba llegar la primera para felicitar a mi mejor amiga. Tenía muchas dudas de que debía hacer si llegar tarde o felicitarla por lo que el gran atasco de la carretera me ayudó a solucionarlo, por lo que llegué no solo tarde a la primera hora sino también a la segunda.

Por fin llegué a clase y pude felicitar a mi amiga, pero mientras hablaba con ella, llamaron a la puerta de clase, era el director.

Me tuve que dirigir junto a él al despacho y dio la casualidad de que ese mismo día había venido el inspector, estos dos me fusilaron a preguntas.

Intenté contestar a las preguntas lo más creíble posible para salir del paso.

Me alejé del despacho rápidamente para que no volvieran a llamarme.

Ya en clase empezó la segunda rueda de preguntas ahora por parte de mis compañeros de clase. Sin embargo, no dije nada harta de hablar un buen rato con mi mejor amiga y darle el precioso regalo que le compré. En el descanso de la siguiente clase empezaron…

¡Que yo no me he enamorado de mi profesor de religión! ¿Cómo os lo tengo que decir?

No entendía el trabajo que teníamos que hacer para el lunes y decidí preguntar su teléfono en portería , él me dijo que estaba ocupado pero que tenía una hora libre por la tarde.

¿Pero quién ha dicho que el profesor de tecnología me escribió una carta de amor? Estaba harta de preguntas idiotas, no tenía que haber venido al colegio, estaba siendo un día muy raro, en el colegio la gente actuaba de manera diferente, cuchicheaban entre ellos, y cuando salí al patio había muchos coches y furgonetas blancos aparcados.

Decidí aprovechar la media hora del recreo para huir de todos esos comentarios molestos con los que me habían atormentado toda la mañana. Al bajar a la calle oí el cierre de una de las furgonetas que había ignorado. Alguien me tapó los ojos por detrás, sospeché que era un señor por su fuerte perfume, me cogió y me metió en el maletero cerrándolo con un fuerte portazo.

“¡Felicidades ha ganado usted un viaje a Miami! ¿Cómo se siente?”

Estaba aturdida…”¿Yo?, si no he hecho nada para merecerlo…”

-¿Cómo que no? ¿Es usted la profesora de matemáticas?

-Sí, soy yo.

-Pues Alonso, el profesor de Religión, le ha regalado este viaje como prueba de su amor por usted.

-¿El profesor de Religión? –salté alarmada.

No quiero nada de Alonso, de verdad, todo es una confusión…

Comenzó antes de que pudiera terminar el móvil; era Rocío, la tutora de cuarto B. Quería que fuera a cenar con ella…

¿Qué está pasando ahora, ella también me va a regalar otro viaje? Pero aún así decidí ir. Al llegar me sorprendió ver las mismas furgonetas blancas, pero aún así entré. Estuve charlando con ella hasta las doce. Justo en ese momento empezaron a entrar en el restaurante todo tipo de periodistas y reporteros. De repente un hombre alto se me acercó y me dijo: es usted el ganador del problema día extraño y no lo hubiera conseguido sin la ayuda de todo el colegio ¿Se ha fijado usted en que a lo largo de este día ha cambiado cuatro veces de personalidad?¿Y no le ha parecido todo un poco raro? Pues la verdad es que sí pero entre usted y yo, todo en este colegio siempre ha sido un poco extraño.¿Están seguros de que el programa ha durado solo un día…?

Este lo comencé yo:

Llevaba caminando más de dos horas. Ya había dejado de sentir el ahogo del primer instante, pero aún le perseguía la sensación de angustia del impacto que le había producido la noticia. Nunca pensó que llegaría a escuchar algo así. Así se encontraba un niño de cinco años cuando al llegar a casa una luminosa tarde, feliz por haber terminado el colegio y no tener deberes, se dio cuenta de que ese día tocaba limpieza. Pero no se esperaba la noticia que le dio su madre al entrar. Le dijo: "Ya he tirado todos esos trastos que tenías por tu habitación. Menos mal ¿eh?"

Esos trastos, como se refirió a ellos su madre, eran todos los objetos con los que se había criado Bosco. Eran todos los juguetes, desde cromos a cuerdas, desde dibujos a peonzas que le habían acompañado durante esos cinco años en los que había experimentado los mayores cambios de la larga vida que aún le esperaba.

Para su madre eran solo trastos, objetos que estorbaban y de los que no se podía deshacer, pero para Bosco eran algo más que eso. Habían sido toda su vida, toda su infancia, y entre ellos se encontraban los momentos más inolvidables. Momentos tan inolvidables como una fotografía del curso anterior, gracias a la cual recordaba cada día a u peor enemigo, Pepe, el cual le había puesto el mote de "Bosquejo" y le quitaba la merienda, chuches con jamón, en cada recreo.

Lo primero que hizo Bosco fue empezar a gritar a su madre, diciéndole que con qué permiso había tirado todos sus recuerdos de la infancia a la basura. Estaba muy tenso mientras le chillaba a su madre, cada vez tenía los mofletes más sonrojados y el ceño más fruncido.

Se puso muy nervioso, tan nervioso que empezó a gritar como nunca antes había gritado, no paraba de llorar y cada vez sentía más pena por todo aquello que había perdido y no volvería a tener.

Se dirigió hacia las escaleras y las subió lo más rápido que pudo, entró en su habitación y dio un portazo. Estaba muy, muy enfadado. Abrió un cajón, cogió un trocito de papel y se dispuso a escribir.

Sin embargo, su madre lo que hizo fue dejar los juguetes en su viejo trastero, aunque Bosco no lo sabía. Esa misma tarde su madre le dijo a Bosco que se iban a comprar otros juguetes. Entonces Bosco dejó el papel y el bolígrafo para escribirlo todo mucho más tarde. Con esta idea de su madre se le quitó un poco el enfado.

Su madre le llevó al almacén de juguetes más grande de la ciudad. Estaba alucinado, no creía lo que veía y menos que se encontraría con Pepe, el cual estaba llorando porque no sabía qué juguete escoger, porque nunca antes había tenido uno. Me acerqué a él para ayudarle porque creía que lo podría necesitar.

Y de repente se despertó. El sol le daba de lleno en la cara. Abrió los ojos y miró a su alrededor. Estaba tirado encima del parqué. Llevaba puesta la ropa del día anterior, solo que estaba más sucia y estropeada, olía fatal y tenía una herida en los nudillos.

Se levantó del suelo y fue en busca de algo para comer. No recordaba nada de su vida. Los excesos le habían pasado factura. Lo único que recordaba era ese sueño tan extraño. ¿Quién era ese niño? Y entonces, al abrir la nevera, se esfumó.

Llegó a un mundo diferente, el mismo que había visualizado en sus sueños, pero antes de despertarse. Aún seguían esos niños allí, los protagonistas de su sueño: Bosco y Pepe. Seguían ahí, en aquel almacén. Le resultaba familiar ese lugar. Sudaba. le faltaba el aliento. Inmóvil, se limitó a observar a esos chiquillos, intrigado por el final de esos lloros. Tras unos instantes, algo vio en Bosco, una especie de mensaje. Era él de pequeño, no podía creerlo. Era una señal, de eso estaba seguro. Aquel niño era un seudónimo de mi obra.

De pronto se dio cuenta de que no se podía estar viendo a sí mismo, así que cogió y como suelen hacer en las películas, se dio un pellizco en el brazo...

Más tarde aparecería en una cama de hospital, miró a la izquierda y vio a su madre llorar, abalanzarse hacia él. La recordaba tal y como la había visto en el sueño de cuando era pequeño y al verla tan mayor, para él fue un impacto. No recordaba cómo había llegado allí. ¿Acaso había tenido un accidente? Eso ahora no le importaba; el caso es que había estado a punto de morir y había sido la única forma de recordarle cómo había sido su infancia olvidada desde hacía ya tanto tiempo.


Comenzado por Valle.

LA MACEDONIA

Un gran día de primavera, se oía el piar de la pájaros, la caída de las hojas secas y el comienzo de un nuevo día.

Paula decidió ese mismo día recoger los frutos de los árboles para hacer una bueno macedonia ya que esa mañana tenía invitados.

Llevaba muchas semanas pensando en este día, en el que llegarían estos invitados tan importantes. Tenía la cocina llena de comida, todo muy especial, solo le faltaba el postre: la macedonia.

Durante todo el día estuvo planeando todo para que fuese perfecto, ya que con esa comida se jugaba un buen negocio. Se pasó toda la mañana partiendo y pelando fruta para hacer la macedonia.

Le falta la guinda, no del pastel, de la macedonia claro, sin guinda no hay macedonia y no hay trabajo, pensó. Tendría que ir a la otra punta de la ciudad a buscarla. En el mercado resbala con un filete de ternera que le cae justo en su vestido blanco; de la respectiva cocinera salió él.

Era alto, rubio y muy pálido. La saltó como pudo sin ni siquiera preguntar qué le había pasado, pero al saltarla se le cayó un papel blanco. Cuando se hubo alejado lo suficiente Paula cogió el papel, lo abrió y……

Era simplemente el recibo de una compra de días anteriores.Al darle la vuelta vio algo escrito tras él con letra descuidada y de tinta negra que ponía lo siguiente: “913554325-L” ¿Qué significaba aquella L?¿Sería del nombre de la persona a la que iba a llamar?¿Un nombre de alguien importante?¿Un futuro amor?¿Alguien a quien acababa de conocer?

La verdad es que no le importaba demasiado. Dobló el recibo y lo guardó sin mucho interés. “Anda, que ya podía haber sido más explícito el chulito este" pensó. Consiguió su guinda y volvió a casa. Todo estaba preparado.

Se encontraba con la mesa puesta y su macedonia bien terminad. "Dichosa guinda" - pensó.

La puerta sonó ¿Invitados? Aún faltaba un rato… Un pañuelo con lo que parecía cloroformo la atacó por detrás. Ahora Paula estaba inconsciente y con su futuro en manos de una macedonia que se servía sola.

¿El futuro en manos de una macedonia? pensé… No puede ser que una cosa tan insignificante como una macedonia tenga la importancia de todo mi futuro…

Me desperté, me encontraba, en el sofá de mi casa, alguien debía haberme trasladado allí, no sabía qué hora era ni cuánto tiempo llevaba inconsciente; me recoloqué y miré desde allí ¡Había pasado más de una hora! Qué habrá sido de la cena.

Fui caminando para ver a la persona que me había drogado. Seguía allí. Lo encontré sentado en un sillón y le pregunté que por qué me había hecho eso. Empezó a contar la historia. En un instante todo comenzó a tener sentido: el árbol de la macedonia era muy valioso ya que solo quedaba ese tipo, pero además el señor que me había drogado era su hermanastro. Pero el hombre se dispuso a matarme cuando de un cajón saqué una pistola y lo maté.

Me dispuse a enterrarlo al lado de árbol de la macedonia, para que nadie pudiera enterarse.


Éste lo comenzó Ángela:

Érase una vez cinco niños que se fueron de acampada, pasaron toda la tarde haciendo juegos, pero finalmente llegó el momento de irse a dormir y cada uno se fue a su tienda de campaña, apagaron el fuego y recogieron sus cosas.

A la mañana siguiente uno de los niños había desaparecido, al igual que todas sus cosas, todas menos su teléfono móvil.

Algunos niños dijeron que escucharon un tremendo estruendo a eso de las dos de la mañana, pero no se habían levantado por miedo.

Escucharon gritos y voces pero pensaron que era otro juego más de la acampada.

Tal vez los mayores, habían estado bebiendo y pasándoselo demasiado bien, pero de pronto el teléfono móvil suena, es un mensaje…

-Su saldo está agotado, recárguelo antes del veinte de este mes.

Hora del desayuno, quizás cuando volvamos todo sigue normal, tal vez todo ha sido un sueño…

Fuimos a desayunar, nadie tenía mucha hambre, más bien era preocupación lo que llenaba nuestras tazas, por lo que terminamos pronto.Salimos rápido para ver si había alguna novedad, pero todo seguía igual. ¿Todo? No, nos quedamos asombrados al ver que Carmen no estaba devorando esas tostadas de mermelada que tanto le gustan.

-Estará terminándose de vestir, ya sabéis lo pesada que es –dijo su amiga del alma, que tanto la conoce.

Pero de pronto sale de detrás de un arbusto dando un pequeño susto a todos y reclamando papel, menuda chica, siempre tan inoportuna. Más tarde los chicos deciden llegar al pueblo más cercano para comer ya que el desayuno se les había hecho corto y no tenían provisiones.

Según bajaban por el camino de piedras que conducía al pueblo se empezaba a ver una villa encantadora, engalanada con muchos adornos de llamativos colores, luces y una alegre música que venía desde la plaza del pueblo. Todo resultaba muy agradable, todo excepto el cartel de bienvenida:”Bienvenidos a vuestra fiesta. Vosotros sois el postre”

¿Postre? ¿He oído postre? Raquel se echó a correr hacia la villa sin pensar nada, como siempre…

Entre las callejuelas la perdimos…unas huellas de lo que parecía chocolate caliente nos llevaron hasta ella: estaba muerta…Más de uno esperaba que terminara por empacho. Sí, la gula la había matado.

En realidad lo que querían los que hubieran organizado esa fiesta era cebar a todos los invitados, para después meterlos en jaulas y comérselos, tipo el cuento de Hamsel y Grettel.

Caminaban casi corriendo cuando se encontraron a dos niñas que perseguían un ojo azul dirigiéndose a una tienda de perfumes. Otro niño había desparecido, y les preguntaron acerca de él:

-Está en la casita de dulce de leche - dijeron al unísono.

Esto les sonó a que esas niñas les estaban gastando una broma, ya que todo esto se parecía a un cuento infantil.

Y así era, una estúpida broma de niñatas maleducadas, que hacía que se adentraran más otra vez en la villa; las pequeñas niñas se convirtieron en dos hombres gigantes que encerraron a todos los niños, obligándoles a comer, dándoles comidas para cerdos para que engordaran rápidamente. Cuando su tamaño ya era bastante apetitoso fueron rompiéndoles sus partes del cuerpo poco a poco, hasta terminar con ellos. Y así fue, de ellos no quedó ni un mísero pelo. Los gigantes orgullosos de ser buena cena, pensaron que debían tener un banquete tan bueno siempre, y no solo un día especial.

FIN


Raquel comenzó este relato:

Hace hoy un año, cerca de las seis de la tarde, dos niñas buscaban el conjunto perfecto, sencillo y bonito, en sus profundos armarios, con una sonrisa dibujada en sus rostros mientras que se miraban al espejo. Ese día, sería un gran día para ellas.

Pensaron que además de comprarse un nuevo conjunto, no estaría de más regalarle algo a su madre, ya que dentro de poco sería su cumpleaños. Se dirigieron a la parte de cosméticos porque su madre les había dicho hacía poco que necesitaba un nuevo perfume.

Para acceder a esa sección había que correr unas cortinas gruesas y pesadas. Había poca luz y la dependienta llevaba un parche en un ojo.

-Estábamos buscando un perfume para regalar a una mujer mayor.-dijimos un poco incómodas.

-Tengo uno perfecto.

Les mostró un frasco de color azul en el que sólo ponía en la etiqueta: F.E.Z.

Si se pone este perfume durante diez días seguidos, rescuperará diez años.

Entonces a una se le ocurrió preguntar: entonces si se lo echase 40 días, ¿volvería a nacer? La dependienta quedó estupefacta ante la pregunta y dudó entre echarse a reír o salir corriendo. Para desgracia de las dos niñas opto por la segunda y, durante la carrera, perdió un ojo de cristal azul.

Al caso, después del intento de comprar aquel perfume optaron por otro que pintaba muy bien.

Aquellas niñas quedaron, después de arreglarse y todo con un grupo de amigos. Era una tarde fría, 15 de Febrero… había nevado y los pies se resentían por ello. Dos chicas diferentes, dos días para el recuerdo.

Pero la niña todavía seguía dandole vueltas a lo del perfume, ¿sería tan bueno y rejuvenecedor como para que pudieras volver a nacer?

Entonces llamó a la otra niña para que la acompañase a la tienda de nuevo. Fueron por el mismo camino que aquel día tan extraño y, de repente, una de las dos gritó:

-¡Mira, el ojo!

En la tienda, en la sección donde habían visto el perfume días antes, ya no se encontraba la señora, solo su ojo de cristal. De repente este comenzó a moverse y…

Umm… quú interesante, ¡ojalá puediera cambiar el mío por ese y saber cómo de distinto se ven las cosas. Al día siguiente fue a un cirujano muy famoso para que se operara el ojo.

Al día siguiente, ella ya estaba operada, pero con una venda en el ojo, por lo que no sabía cómo se veía tras la operación. Bajó a la calle y allí se quitó la venda, y… sintió cómo podía leer el futuro de la gente a la que miraba, era una sensación muy rara…

Siguió caminando contenta ya que siempre había deseado tener los ojos azules, y no de ese marrón que le parecía tan normal, tan corriente…

Se dirigió a casa de su amiga, para sorprenderla con su nuevo aspecto.

Al verla la amiga se quedó impresionada ya que no se creía que se hubiese operado los ojos. Todavía más impresionada se quedó cuando le contó que podía leer el futuro. Ésta no se lo creyó. Su amiga le hizo una predicción que se cumpliría dentro de un año. Pasado el año vio que todo era cierto acerca de poder ver el futuro.

Cuando volvía a casa, se dio cuenta de que nunca había visto el futuro de su madre. Cuando llegó a su casa no lo dudó: como si de un agujero negro se tratara el futuro de su madre estaba ahí dormida, como la había dejado en el presente y con un frasco en su mano, se acercó para ver la marca, no puede ser, F.E.Z. , no puede ser.

Fue corriendo a la habitación de su madre y se le acercó. Ella estaba despierta, salía del baño de su habitación y llevaba el frasco de perfume en la mano.

--¡Mira¡ Me he comprado una nueva colonia, huele muy bien, me recuerda a mi época joven.

La miró perpleja, pero no encontraba palabras para explicárselo, lo único que le me ocurrió en ese momento fue ir corriendo y arrancárselo de la mano. Su madre le dijo que no bromease, que si ella quería le compraba uno, pero se limitó a salir apresuradamente de la habitación. Su madre la seguía, cada vez andaban más rápido, corrían y finalmente llegaron al salón. Ella trató de quitarle la colonia y empezaron a forcejear, su padre y mi sus dos hermanos pequeños se acercaron a ellas para tratar de tranquilizarlas y quitarles la colonia. Y de pronto…

La colonia se cayó al suelo, lo hizo lentamente. Al chocar contra él se rompió en mil pedazos. Su perfume se extendió por toda la habitación y de pronto, todo volvió al principio. Sus padre acababan de comprar la casa… La duda es…¿y ella?, ¿cuándo nacerá?

FIN.


María G. dio comienzo al siguiente relato:

Un día Pedro se levantó más pronto de lo normal, estaba nervioso y aunque no había dormido mucho no tenía sueño, más bien todo lo contrario. Sabía que ese día no iba a ser como los demás.

Su estómago no aceptó las tres galletas habituales del desayuno. Se puso su vaquero favorito y aquella camiseta que tanto le gustaba a esa chica y salió de su casa decidido de lo que hacía.

Caminaba con largos pasos y casi parecía que estaba corriendo, no sabía dónde iba, en ese momento pensaba en otras cosas, sus pasos eran reflejos para él, y para cuando se quiso dar cuenta estaba en frente de aquel magnífico edificio.

“Bienvenido a ningún sitio”. No recordaba que tuviese aquel letrero. ¿Qué significaba? Decidió que la única forma de averiguarlo era entrar. Al atravesar la entrada sintió un frío que hizo que un escalofrío le recorriese la espalda y cerrase los ojos. Cuando volvió a abrirlos no era capaz de creer lo que estaba viendo.

Pero aún así permaneció impasible y decidió retar a aquel que le había saludado diciéndole “quién crees tú que eres para saludar a alguien tan importante como yo así. Que sepas que me has sorprendido pero ese saludo: no se yo… Debería despedirte, inútil”.

¿Despedirme? ¿A qué se refería? Me miré en el espejo y un elegante traje de ejecutivo me cubría junto a una barba, también elegante, de unos 3 días. No sé cómo había llegado allí con ese aspecto si tan solo tenía 17 años.

Estaba asustado, mi cabeza me daba vueltas. ¿Cómo podía haber pasado el tiempo tan rápido y yo ni siquiera haberme dado cuenta? Pero es que no estábamos hablando de una cifra de 2 o 3 años sino por lo menos más de 20 años.

Empecé a caminar por el edificio sin dirección y sentido y a cada paso me creía más guapo de lo que era, ya que no tenía el típico acné juvenil y me quedaba muy bien el traje. De repente un estrepitoso ruido me sacó de mis pensamientos en un instante y…veo la sombra de una mujer, con trapos desgarrados, cojeando, poco aseada. En ese momento me asusté, me recordaba a una escena de una película de miedo, en la cual todos los personajes acaban muertos. Cambié la dirección del pasillo rápidamente, para no tener que encontrarme con esa moribunda, pero nada más girar a la derecha, allí estaba. Otra vez, la mujer.

Olía raro, y andaba de una manera extraña, por lo que pensé que la única manera de huir sería salir corriendo, pero antes de hacerlo, ella se dio cuenta y me agarró muy fuerte del brazo, no podía moverlo y poco a poco empecé a dejar de sentir mi cuerpo.

Perdí el conocimiento y caí al suelo recibiendo un gran golpe en la cabeza. Me desperté tirado en el suelo. Nada más abrir los ojos vi su cara, aquella mujer estaba observándome, la verdad es que me resultó familiar. Intenté incorporarme pero me sentía muy mareado.

Nada más incorporar la cabeza me dio un poco de agua y de comida, al verla tan cerca me asusté y me fui gateando hacia una esquina de esa sala con tanta penumbra. La mujer me empezó a hacer preguntas a las que yo no supe responder, me miré de los pies a la cabeza y vi que el traje tan elegante estaba hecho unos trapos al igual que la vestimenta de esa señora.

¡Corten! ¡¡¡Corteeen!!! Mal Mario mal, te tenías que levantar de golpe y salir corriendo, esto no sale como yo quiero, el personaje de Pedro no encaja contigo. Ahora te diré esa frase que tantas veces has leído en mi guión- ¡¡Estás despedido!!

Beatriz comenzó este relato pesadilla:

Era una calurosa noche de agosto. Dos amigas iban caminando por la calle, cuando de repente oyeron un estruendo y se acercaron para ver qué era lo que había ocurrido. Lucía estaba muy asustada, le temblaban las piernas ya que lo que vieron era muy desagradable.

Mientras María cerrando los ojos pensaba que eso era un sueño y que no había ocurrido, ya que no se lo acababa de creer.

Santi estaba allí, inmóvil. Qué le pasaba y...¿ qué era eso que estaba allí a su lado?

Entre el calor y las gotas de sudor que se deslizaban por sus frentes eso parecía el Aquopolis. No puede ser, ¿es lo que creo que es?

Sus ojos estaban en blanco, pero no parpadeaba, estaba como paralizado, como petrificado. Aunque lo que captó casi toda su atención era lo que estaba a su lado, esa cosa blanca tan espeluznante, estaba manchada de sangre, pero no sabían de dónde venía, ya que Santi no estaba herido.

Mariana tuvo el valor de cogerlo con el índice y su gordo pulgar.

- ¡Es la camiseta de Hugo!- Exclamó Lucía con el miedo entre sus dientes.

Después de que María analizara la situación a los pocos minutos de haber ocurrido tal rareza comenzaron a hablar ya más tranquilamente sobre lo que pensaban de aquel misterio.

Mariana recordó que llevaba una linterna en la mochila, la sacó y al encenderla comprobó que lo que ocurría era más sorprendente de lo que podían suponer: Hugo se había transformado en un conejo blanco de 1’65 metros de estatura, aunque conservaba sus preciosos ojitos marrones. Desde luego había perdido algo de atractivo por esas orejas tan grandes y los dientes algo... conejiles, pero seguía tan simpático.

No sabían nada de lo que había ocurrido. Lo que estaba claro era que Hugo (o lo que se supone que era...) ahora era su pequeña mascota.

Estaba nervioso; le latía demasiado rápido el corazón y nos miraba como si no hubiera pasado nada. Lo peor de todo fue cuando su pelo empezó a caerse y terminó siendo una especie de rata topo de bolsillo, la que recordó a la rata topo de Kim Posible.

Lucía la cogió y se la metió en el bolsillo. Pero de repente, comenzó a crecer, se estaba convirtiendo en un... ¡ovni gigante! Carlos, que estaba petrificado junto a María, se alejó inmediatamente y empezó a correr sin darse cuenta de que aquel aparato le seguía de cerca, cuando una luz le iluminó por completo y comenzó a subirle como en toda película de extraterrestres. Esa luz que le dejaba inmóvil y cada vez se le veía más lejos, todos se habían quedado paralizados.

Empezaron a chillar para que la extraña luz dejara salir a su amigo, pero no les hizo caso, por lo que decidieron correr hacia la luz, y cuál fue su sorpresa que también subían ellos. Todos los amigos estaban siendo abducidos por un ovni, excepto Mariana. Ella se quedó inmóvil y la luz no conseguía abducirla, desde abajo pudo observar cómo se cerraba la puerta del ovni, y sus amigos poco a poco se iban convirtiendo en pequeños, asquerosos y verdes marcianos, ya no conseguía distinguirlos. Desde allí pudo divisar cómo el gran ovni se alejaba poco a poco, pero de repente... un meteorito se estrelló contra él, no quedó rastro de este, Mariana se quedó sin amigos, sola.





domingo, 6 de febrero de 2011

Test para medir la inteligencia

Adrian Owen, neurocientífico de la universidad de Cambridge, es el responsable de un estudio sobre la inteligencia basado en doce pilares. Para llevar a cabo el estudio, Owen ha propuesto un test al que se puede acceder a través del siguiente enlace:


Podéis hacer el test y comprobar qué tal son vuestros resultados comparados con los del resto de personas de todo el mundo. Se puede repetir tantas veces como se quiera para mejorar los resultados. Para ello tenéis que registraros.

Adrian Owen estuvo como invitado en el programa Redes. Si queréis ver la entrevista podéis hacerlo aquí:


Al contrario del peso o la altura,
no existe una medida absoluta de la integridad, la honestidad o la inteligencia.
Adrian Owen

miércoles, 2 de febrero de 2011

JOHN WAITE - Rough & tumble

Hace pocos días se ha publicado el nuevo disco de John Waite, lo cual es una excelente noticia: supone un verdadero placer volver a disfrutar de la magia de una de las voces imprescindibles del rock melódico. No es un disco que esté a la altura de algunos de sus mejores trabajos, contiene algunas canciones menos inspiradas que se ven beneficiadas sólo por que las canta Waite, pero hay, como siempre, tres o cuatro canciones que por sí solas ya hacen que el álbum sea atractivo. Su inconfundible voz y su personalísima interpretación de cada una de las notas que pasan por su garganta hacen disfrutar a todos sus aficionados, lo que en estos tiempos en los que los cantantes son casi siempre imitadores es prácticamente un hallazgo arqueológico.

Aquí está una de las canciones más atractivas: "Evil"



Y aquí un precioso medio tiempo con una letra muy chula: "If you ever get lonely"